Del lugar y del tiempo de Don Quijote




Miguel de Cervantes en 1605, contando 57 años y tras veinte años de no haber escrito nada desde su primer libro, “La Galatea” (1585) ,  da a la estampa su primera parte  de Don Quijote, del cual no pensaba hacer una segunda según cuenta al final de la obra, y es que la historia no era una invención si no un caso real, y de la tercera salida de Don Quijote a Zaragoza, a unas justas famosas, ya no había escrituras auténticas
 
Desde el prólogo deja claro que Don Quijote no es una invención sino un personaje no solo real sino que era ya antes del libro “famoso” y así lo dice en el capítulo 1 “De la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Y que es una historia verdadera no deja de afirmarlo a lo largo del primer libro, recordando en el prólogo que “yo que aunque parezco padre soy padrastro” de Don Quijote. ¿Quién fue el padre entonces? Otro cronista anterior, al que llama Cide Hamete Benengeli, musulmán toledano que recibió la historia del propio Don Quijote y que plasmó en árabe. Este Hamete Benengeli en la segunda parte experimenta una “mutatio caparum” y viene a ser el propio Cervantes porque el segundo libro es ficción literaria.
 
Y así existió un  lugar, que todavía es visitable y pisable,   donde vivía el hidalgo, aldea que no quiso recordar y un tiempo del que solo dijo que “no ha mucho tiempo”. Un tiempo glorificado por el personaje, que parecía haberse salido de los libros de la caballería iba santificando el suelo por donde pisaba renovando las casi extintas esencias humanas.
 
Pues, mal que pese a la secta del cervantismo oficial, resulta que los dos datos, el lugar y el tiempo están contenidos en el propio libro.
 
¿Por qué pasan tantas cosas al revés en las cosas del Quijote? ¿Por qué una Universidad de Madrid edita un libro de varios especialistas,  sobre el lugar de la Mancha que viene reflejado en el Quijote diciendo que por cruces de menciones y mediciones ese lugar santo es  “Villanueva de los Infantes” cuando el libro dice el sitio real?. ¿Qué clase de influjo de otra dimensión saca a todo de su sitio y vuelve tonto al que es tenido por listo y listo al que es tenido por tonto?
 
Amigo la caballería andante tiene algo sagrado, su mundo peculiar,  es como otro universo flotante como el nuestro donde hay otras leyes que contradicen a la física que nos apabulla y encarcela. Don Quijote era un hombre que había mutado y vivía entre dos mundos y los cabroncetes de los encantadores, esas entidades que viven siglos o tal vez milenios, y que por tanto siguen haciendo de las suyas, se quedan con el personal, búrlanse como les place,  de los “nuevos académicos” tantos y tan tontos como Cervantes los recoge en el último capítulo del primer Quijote cuyos sobrenombres, monicongo, paniaguado, caprichoso, burlador, cachidiablo y tiquitoc, no dejan lugar sino para la sorna.
 
El lugar que no quiso recordar al comienzo está descrito en el capítulo 52 el último de la primera parte cuando afirma “Los académicos de la Argamasilla, lugar de la Mancha” (…); la obra de Avellaneda, el Quijote apócrifo comienza saludando a los alcaldes y regidores de la “Argamesilla” patria feliz de Don Quijote.  En Ciudad Real hay dos Argamasillas, la de Alba que se tiene por heredera del legado quijotesco y la de Calatrava que ignora complemente ser la patria feliz de Don Quijote y Sancho. Pues es la que no se cree que es, es la que es. Tal es el embrujo del encantamiento, o tal vez la maldición de Don Quijote del “no quiero acordarme” ha desplegado efectos mágicos creando la fama de personaje de ficción a lo que es real y verdadero. No quiso acordarse Cervantes porque Don Quijote de forma expresa o táctica le pidió no mencionar el lugar aunque al final lo hizo incumpliendo así su palabra.
 
En las relaciones topográficas de Felipe II hay un capítulo dedicado a la Argamasilla antigua, que es la de Calatrava. Estamos en marzo de 1576 y  Don Quijote, el caballero andante, aun no ha nacido como tal,  anda en su juventud segunda, por los treinta y pocos años es decir cuando platónicamente se enamoró de la moza de muy buen parecer a la que puso el nombre de “Dulcinea” del Toboso (porque era natural del Toboso pero no vivía en el Toboso, que está a más de 150 kilómetros de Argamasilla, sino que vivía en  un lugar cercano a la Argamasilla y el sitio más cercano es “Puertollano” que está una legua o una hora caminando a pie).
 
 Era la Argamasilla un pueblo o lugar de unos 600 habitantes de los cuales 25 casas eran de hidalgos. Una de esas 25 casas era la Don Quijote donde ya estaría dándole a la afición de los libros de caballerías que tanto le gustaban, gastando maravedíes porque esos libros eran caros de cojones, y juntó muchos que valían un dineral que sacó de vender tierras de sembradura heredadas, libros que  luego fueron al fuego, tras su primera salida porque le habían sacado de su quicio y de apellido Quijada pusose Quijote por el caballero “Lanzarote”.
 
Otro enigma es el “no ha mucho tiempo” que vivía en Argamasilla el famosísimo Don Quijote.
 
Pues también está contado en el  Quijote, en el capítulo 39 del primero libro donde relata la historia del cautivo de tierras del norte de África que sale de las montañas de León en el “quinientos setenta” (1570) y que de eso “hace veintidós años” respecto a cuando está contando su historia en la venta donde antes Sancho fue manteado. Es decir, la historia de Don Quijote sucede en el verano de 1592, y el evento de la venta donde el cautivo cuenta su historia es poco después del 22 de agosto de 1592 que es la fecha en que Don Quijote en penitencia en Sierra Morena, le firma a Sancho el vale de los pollinos que debe de entregar a Sancho la ama de Don Quijote en reposición del rucio robado a Sancho por ser adlátere de las aventuras de Don Quijote. El 22 de agosto de 1592 era un sábado por lo que la semana siguiente debió de ser el momento de la reunión en la venta donde tuvo lugar antes el manteamiento y ahora son aglorameración los enamorados frustrados que ven arreglados sus entuertos por milagro del santo andante que demuestra su poder creativo o magia donquijotesca.
 
Y antes, la investidura de caballero la sitúa Cervantes un viernes de los días de julio del que dice que era luna llena y esa fecha solo pudo ser el viernes 24 de julio de ese 1592, porque de la Luna dice Cervantes que alumbraba la ceremonia del armazón de caballero cual si fuera el astro que se la prestaba (el Sol).
 
A finales de agosto de 1592 cuando Don Quijote “frisaba los 50 años” es decir palmo mas arriba o abajo estaba sobre esa edad, el historiador Cervantes “frisaba” los 45 años (había nacido en 1547) que iba a cumplir al mes siguiente de septiembre, cumpleaños que casi seguro le pilló en la cárcel de Castro del Rios (Córdoba, muy probablemente su provincia natal porque hay un documento judicial que dice ser “natural de Cordoba”) en esa cárcel de Castro del Rio donde estaba preso por “deudas civiles” (no cuadraban las cuentas de los impuestos “alcábalas” recaudados por Cervantes para el Rey Felipe II y eso quería decir encerrado hasta que avales) y en ese lugar carcelario se “concibió” la historia de Don Quijote ya que hasta las cárceles, las tabernas, las ventas, los palacios, las casas de nobles y de las de mujeres del partido, plazas, mercados, llegó la famosa aventura del hidalgo manchego que había soltado en agosto de 1592 a una cadena de galeotes custodiados que iban a Sevilla por el camino real a cumplir sus condenas en el remo de las galeras (que era una pena durísima según cuenta un artículo de Gregorio Marañón). Y es que “no van de su grado”, luego “aquí encaja la ejecución de mi oficio”. El derecho penal de Don Quijote exige que el penado acepte la condena, si no hay persuasión no puede haber punición. Un alto concepto de moralidad el de Don Quijote. Ya anunciaba el futuro remoto de la humanidad basado en la persuasión, no en la coacción, y si no existe es que no habrá futuro de la humanidad.
 
Si Don Quijote merodeaba los 50 a esa fecha y Cervantes los 45, cuando Cervantes publica el Quijote, en enero de 1605 cuando se publica el primer Quijote, Don Quijote debía de ser un hombre de 62 años y Cervantes tenía 57 entonces ¿pudo localizar Cervantes al personaje de la historia que quiso contar y este le facilitó las “escrituras auténticas” que decía no tener para la segunda parte de la obra?
 
Mi hipótesis es que Cervantes buscó a Don Quijote y acabó dando con el paradero de Don Quijote que se había ido a las tierras de sus pasados los Gutierre de Quijada en Valladolid, en tierra de Campos “Villagarcia” y posiblemente rehecho allí su vida como ermitaño, porque mucho cuenta Cervantes de la vida de los ermitaños en la segunda obra. Y hace a Don Quijote decir que se iba a dedicar a la vida ermitaña. Algo sabía que no quiso contar en todos sus detalles.
 
Cuando conté en 2007 a mi amigo el abogado madrileño Rafael Pérez Escolar, otro entusiasta de Don Quijote, que Don Quijote había muerto de ermitaño en las tierras de sus antepasados junto a Villagarcia, en Castilla La Vieja,  madre mia la que me formó el “abogado Don Quijote” que perseguía a Botín como a gigantes.  Me dijo que aquello ponía en peligro nuestra amistad porque era un insulto a Don Quijote puesto que los ermitaños eran una raza de gandules e inútiles, a lo que repliqué que su monasterio de Burgo rehabilitado de los cistercienses se basaba en la vida ermitaña, fue como echar leña al fuego así que me la enfundé y cambié el tercio despidiéndonos con un abrazo que iba a ser el último en vida de él porque en septiembre se reunió con Don Quijote en el mundo de los espíritus incorpóreos.
 
Y volvamos a la historia ¿Y que pasó en ese encuentro hipotético entre Miguel de Cervantes y el honrado hidalgo del señor Quijada que así había vuelto a llamarse en la tierra castellana vieja  de sus abolengos?
 
Que Don Quijote que nunca dejó de ser un místico de la caballería andante vió en la llegada de aquel escritor la visita del “sabio encantador” que todos los caballeros andantes tienen por principio de cuentas el “historiador” que iba a contar la historia que él ya tenía escrita en lengua árabe por un sabio musulmán toledano que se la había escrito porque el propio Don Quijote se la contó tras su salida de la Casa del Nuncio o casa de locos donde el caballero Alvaro de Tarfe que es personaje común al Avellaneda y al  Quijote cervantino, le dejó. Y ese manuscrito en árabe tuvo que ser traducido por cuenta de Cervantes, que recibió la condición de no poner el nombre del pueblo que tan mal le había tratado a Don Quijote tras llegar desde Sierra Morena enjaulado en un carro de barrotes de madera a la plaza del pueblo en el medio día de un domingo de agosto de 1592 que pudo ser usando el calendario de aquella época, el 30 de agosto porque el 22 se firmó el documento de los pollinos y la venta duró no se sabe cuanto pero echemos dos noches más tres días que llevó el viaje más otro día o dos para llegar a la venta, ya estamos en el domingo 30 de agosto de 1592, fecha memorable del reingreso de Don Quijote en su aldea la Argamasilla que iba encantado en la jaula de madera tirada por dos parsimoniosos bueyes. Y todo el gasto del transporte lo asumió su buen amigo el cura del pueblo que luego contó a Cervantes lo que sabía de Don Quijote y como el hidalgo resentido por el mal trato se fue del pueblo sin dejar rastro de su paradero.
 
¿Y todo esto como lo sabes?
 
Se lo pregunté al espíritu de Don Quijote.


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